Durante la semana santa los jóvenes de la diócesis pudimos disfrutar de la II Pascua Joven Oscense, organizada por la pastoral de infancia y juventud de la diócesis. Mediante la celebración de los oficios, charlas impartidas tanto por sacerdotes como por laicos y testimonios, acompañamos a Jesús, desde el miedo y la angustia de Getsemani, hasta la flagelación pasando por la traición, la cárcel, los interrogatorios y los juicios, las humillaciones de los soldados...
Para culminar en la cruz, donde tomamos a María como nuestra, lloramos con ella la muerte de Cristo, nuestro amigo, aprendimos de la esperanza que hay detrás de su silencio.
Abrazando a María en su dolor con nuestro corazón aprendimos a esperar en Dios.
Y tal fue la esperanza, que con ansia deseábamos que llegase la vigilia pascual para Resucitar con Cristo, y así fue. El sábado por la noche resucitamos, con, por, y en Jesús.
Con todo esto nos dimos cuenta de que no son solo palabras bonitas, si no que es Cristo mismo quien nos espera y nos invita cada día a compartir su pasión, su cruz y su RESURRECCIÓN porque, como henos aprendido estos días, no hay resurrección sin cruz, ni cruz sin resurrección.
Fueron 4 días para Jesús en los que nos sentimos muy cerca de su corazón y salimos con ganas de mantener este sentimiento, que es Jesús mismo ardiendo siempre dentro de nosotros.
El primer fin de semana de cuaresma, los jóvenes de la diócesis tuvimos la oportunidad de vivir un retiro para poder adentrarnos de lleno en este camino hacia la Pasión, muerte y Resurrección del Señor. El retiro, bajo el nombre “conviértete y cree” trató sobre la conversión. El retiro comenzó con la hora santa que celebramos los jóvenes cada primer viernes de mes. Y el sábado empezamos con las meditaciones, durante la mañana vimos como Jesús se encontraba con distintas personas en el evangelio y como estos reaccionaban ante su llamada a la conversión, y por la tarde vimos como nuestro camino de conversión se parece al de Pedro. Desde su llamada a ser pescador de hombres, hasta la charla con el Señor tras la Resurrección, pasando sobre todo por los baches y caídas durante los años que convivió con Jesús. Aquí nos vimos todos identificados, como Pedro, nosotros pretendemos llevar las riendas de nuestras vidas y de las vidas de los demás sin tener en cuenta a Dios queriendo hacer así nuestra voluntad y no la suya, prometemos más de lo que cumplimos, le damos la espalda a Dios por miedo cuando nos vemos comprometidos… Pero como Pedro, nos levantamos más fuertes de la mano de Jesús. Junto con esto, al principio del retiro aprendimos unas muy buenas claves para la oración personal diaria con la palabra de Dios. Cada uno de nosotros salió del retiro con unos propósitos concretos para aplicar en esta cuaresma, viendo a lo que el Señor nos llamaba durante este tiempo. Solo nos queda agradecer a Dios por permitirnos vivir estos días de retiro, oración, reflexión y convivencia. Y pedir que recéis por los jóvenes de la diócesis, para que Jesús nos de la fuerza y nos mande su santo Espíritu para anunciar su mensaje en nuestras vidas en medio del mundo.
Hemos preparado una sesión de trabajo con el objetivo de animar a los jóvenes a ser testigos de Jesús en el mundo, invitando a responder unas sencillas preguntas y contrastando esas respuestas con las de otros jóvenes.